Supongamos que llegó la temporada de ofertas y hace meses que quieres unos tenis que te gustan mucho.
Realmente no los necesitas. Tampoco has comparado precios. Pero aprovechas para ver si están de oferta.
Desafortunadamente ese par no entra en la promoción del mes, así que no bajó su precio.
¿Qué haces?
¿Los compras porque hace meses que los quieres?
¿Decides no comprarlos porque finalmente no es algo que necesites?
¿Los compras porque te los mereces?
Si te detuviste a pensar, analizaste si es una compra necesaria, comparaste precios en diferentes lugares. Y, a pesar de todo, llegaste a la conclusión de que no es una prioridad, ¡felicidades!, lo más probable es que tu salud financiera personal esté en buen estado.
Te has demostrado que antepones tus necesidades a gustos quizás sin utilidad, y analizas tu situación antes de hacer una compra.
Ahora, imagina que te has suscrito a más de dos plataformas de entretenimiento, las cuales compartes con tu familia. Sin embargo, tú eres el único que las paga y cada una tiene diferente precio.
Todas se cobran automáticamente a tu tarjeta de crédito o débito. Pero, algunas hace meses que no las usas, ni tu familia. Y siguen cobrándote a tu tarjeta.
En ocasiones has pensado en cancelarlas pero las mantienes con la idea de necesitarlas en algún momento.
Seamos honestos, desde que las contrataste, han representado un gasto innecesario. Incluso podrías haber ahorrado o invertido ese dinero.
Desafortunadamente no lo hiciste y continúas pagando servicios que no usas.
Este es un claro ejemplo de que tu salud financiera no anda muy bien que digamos.
Así como el ejemplo anterior, puedes detectar una cantidad interminable de banderas rojas en tus finanzas.
Por lo que, si te has identificado en alguna situación parecida, es probable que necesites un plan de acción para mejorar tu salud financiera.
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